Turismo y arquitectura: cómo los espacios construidos definen la experiencia de viajar

El turismo no se define únicamente por los paisajes que visitamos, sino también por los espacios construidos que habitamos y recorremos durante la experiencia: aeropuertos, hoteles, museos, plazas y malecones. Cada edificio, cada calle y cada rincón diseñado tienen la capacidad de comunicar identidad, generar recuerdos y marcar la diferencia entre un viaje común y una experiencia inolvidable.

Un aeropuerto es mucho más que un punto de tránsito: es la puerta de entrada a un país. Terminales como Changi en Singapur o Barajas en Madrid son referentes globales porque integran funcionalidad con experiencias arquitectónicas inmersivas.

En Perú, el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, en pleno proceso de ampliación, busca alinearse con ese estándar. El nuevo terminal no solo promete mayor capacidad operativa, sino también una arquitectura que combine tecnología, eficiencia y hospitalidad cultural: amplios espacios de espera, flujos bien organizados y áreas comerciales que transmitan un primer vistazo a la identidad peruana.

Raúl Liendo , Gerente de administración y arquitectura en Creval, opina: “En el Perú se está avanzando muy poco en infraestructura de uso público, por eso dentro de todo es importante valorar lo que se ha logrado con el nuevo aeropuerto: representa un gran salto frente a lo que teníamos antes y funcionalmente nos pone en un nivel internacional. Sin embargo, arquitectónicamente no refleja al Perú como marca país. Se han incorporado algunos guiños de identidad a través de acabados, pero no desde un diseño con carácter propio. El resultado es una infraestructura moderna y funcional, aunque sin la fuerza icónica que debería tener un proyecto de esta magnitud para representar a una ciudad y a un país.”

El diseño hotelero moderno va más allá del confort: busca crear experiencias inmersivas que dialoguen con la historia y el paisaje local. En Cusco, varios hoteles han integrado casas coloniales restauradas con interiores contemporáneos, permitiendo que el viajero sienta la tradición andina en muros de piedra centenaria mientras disfruta de servicios modernos.

En Paracas, el diseño hotelero aprovecha la amplitud del desierto y la cercanía al mar para generar vistas panorámicas y ambientes que transmiten calma y conexión con la naturaleza.

En el Valle Sagrado, lodges y hoteles boutique se mimetizan con el entorno, usando madera, piedra y techos verdes para reforzar la sostenibilidad y respetar el paisaje natural. Desde un punto de vista técnico, estos espacios requieren un equilibrio entre eficiencia y narrativa cultural: ventilación natural, materiales locales, iluminación cálida y sistemas acústicos que aseguren privacidad y descanso.

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El turismo también se define en plazas, malecones y centros culturales, escenarios colectivos que condensan identidad, memoria y vida urbana. La Plaza Mayor de Lima, patrimonio mundial, combina arquitectura virreinal con la vida cotidiana, demostrando cómo un espacio histórico puede seguir siendo un punto de encuentro vigente.

El Malecón de Miraflores, con su integración de paisajismo, accesibilidad y diseño urbano, ofrece una experiencia frente al mar que se ha convertido en ícono de la ciudad. El Circuito Mágico del Agua, por su parte, resignifica un espacio público tradicional y lo convierte en atractivo turístico mediante innovación tecnológica, iluminación y espectáculo.

Cuál consideras que es el mayor reto al diseñar espacios hoteleros en el Perú: ¿adaptarse al entorno natural y cultural, o responder a las expectativas internacionales de los turistas?”

Diseñar estos espacios implica garantizar accesibilidad universal, seleccionar materiales resistentes al tránsito masivo y concebir sistemas de iluminación urbana que extiendan la vida útil del espacio en la noche, transformándolo también en atractivo turístico.

Hoy, la relación entre turismo y arquitectura está marcada por la sostenibilidad. Los viajeros valoran proyectos que emplean materiales locales, reducen el impacto ambiental e incorporan energías renovables y sistemas de ahorro hídrico. Pero también demandan espacios que involucren a las comunidades, no solo como proveedores, sino como protagonistas culturales.

En el Perú, proyectos turísticos en áreas naturales como el Lodge Tambopata o las iniciativas hoteleras en el Colca demuestran que es posible crear infraestructura moderna sin comprometer la esencia del lugar. Allí, la arquitectura no invade: acompaña, respeta y potencia la riqueza natural y cultural que atrae a los visitantes.

La arquitectura es parte esencial de cualquier viaje. Cada espacio diseñado aporta sensaciones que enriquecen la experiencia y conectan al viajero con la esencia de un destino. Porque viajar no es solo ver un lugar: es vivirlo a través de sus espacios, descubrir cómo el diseño dialoga con la cultura y llevarse consigo memorias que trascienden la fotografía.

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